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Hikikomori
   

Quizá hayas oído alguna vez hablar de los Hikikomori y no sabes exactamente quiénes o qué son. Los Hikikomori son jóvenes japoneses comprendidos en una franja de edad entre los 18 y 30 años que deciden voluntariamente no salir de casa, haciendo de ésta su propio universo y donde encuentran todo lo necesario para vivir. Su habitación se convierte en un habitáculo inexpugnable en el que muchas veces niegan el acceso hasta a sus propios familiares. No quieren nada del exterior, ni que el exterior invada su territorio.

Permanecen encerrados durante días, semanas o años, perdiendo poco a poco todo tipo de relación que tienen con el exterior: pierden amigos, abandonan los estudios, etc. A veces se suman en depresiones profundas que preocupan mucho a sus familias y que no admiten ser juzgados por éstas. Casi siempre necesitan ayuda profesional para salir de este aislamiento voluntario

No existe una causa común a todos ellos que produzca este aislamiento, aunque en la mayoría hay una pauta repetitiva: tras un fracaso en los estudios, un desengaño amoroso o cualquier problema que un adolescente ve como insalvable, deciden aislarse del mundo voluntariamente, con la creencia de que la falta de relaciones interpersonales les hará, si no ser felices, al menos no ser infelices.

Muchos de ellos se han visto sumergidos en la espiral vertiginosa de la competitividad japonesa. Durante el colegio no es suficiente que seas bueno, tienes que ser el mejor. Durante el período universitario no basta con sacar buenas notas, sino obtener los mejores resultados entre los mejores. Todo esto hace que una vez que comienza su vida laboral se vean devorados por esta espiral y se sientan muy defraudados cuando no consiguen los objetivos para los que están tan altamente cualificados.

Una vez observada la conducta del hijo, los padres primeramente respetan la decisión de su hijo de aislarse del mundo, pero una vez que consideran que ya dura demasiado tiempo acuden muy preocupados a especialistas psicólogos y psiquiátricos. Debido al alto sentido que poseen los japoneses del honor y el pretigio social, muchas veces son los padres los que ocultan el problema por verguenza a reconocer que su hijo sufre un problema. Lo toman como un problema personal, como un fracaso en su tarea de educación, como una verguenza que hay que ocultar. Cuando finalmente se reinsertan de nuevo en la sociedad han de luchar aún con la pérdida de habilidades sociales que han sufrido durante su aislamiento.

Este fenómeno se ha repetido de manera similar en Corea, donde los estudiantes se enfrentan a jornadas maratonianas de estudio de 18 a 20 horas, con un descanso de 10 minutos para comer. Los padres dedican un porcentaje elevado de sus ingresos para pagar una educación privada a sus hijos. Es tanto lo que invierten en ellos que esperan por parte de aquéllos no sólo unas buenas notas, sino las mejores. Desde hace 2 años se vienen produciendo en Seul manifestaciones de estudiantes en contra de estos sistemas de estudio que los apartan prácticamente de toda vida social. Acuden semanalmente a manifestarse con las caras tapadas para no ser reconocidos por colegios y centros de estudio, ya que temen sus represalias. Reivindican su derecho a ser y vivir como adolescentes y que los adultos bajen un poco el listón de las exigencias y no les hagan responsables del futuro de la nación, que lucha con una feroz competencia entre sus vecinos asiáticos.

NOTA: EL VÍDEO INCLUÍDO A CONTINUACIÓN CONTIENE IMÁGENES QUE PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DURANTE SU VISIONADO

Historia real de un hikikomori

 

 

 
 
 
 
 
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